Por Carmen Palacios, especial para Vida Newspaper, Oxnard, Los Angeles

Desde pequeña tuvo que aprender a convivir con la violencia doméstica, viendo como su madre era una víctima de ello, lamentablemente creció creyendo que era normal en la vida ser golpeada por su pareja, tomó como refugio el consumo de drogas. En medio de su desgracia descubrió una luz, que le ayudó a salir adelante, vencer sus propios temores hasta convertirse en apoyo para las personas que lo necesitan.


Hoy a través de las páginas de nuestro periódico presentamos el valiente testimonio de Lidia Jiménez, líder comunitaria del Área de la Bahía, quien después de vivir en las calles, hoy trabaja en la cárcel como Capellana ayudando en la recuperación espiritual de los más necesitados.


Lidia, vivió en carne propia el sufrimiento de ser una víctima de la violencia doméstica; cuando tenía apenas 16 años, vio morir a su madre por causa de los maltratos que recibía por parte de su pareja; a partir de allí, huérfana, sin nadie que le oriente en la vida dedicó sus días al consumo de drogas y alcohol, no llegó a alcanzar la madurez necesaria, tuvo una vida triste y sin ayuda.


“No tuve la oportunidad de un consejo, en ese momento en mi vida no tomaba en cuenta la necesidad, los problemas de la vida, se trataba solamente de lo que yo quería y lo que yo estaba haciendo. Por las drogas y alcohol me convertí en una persona violenta que reaccionaba en cualquier momento y también en una víctima que aguantaba mucho la violencia física”, cuenta.


Con gran tristeza al recordar sus experiencias y el estilo de vida que llevaba, Lidia se clasifica como agresora y víctima de la violencia doméstica. Agresora porque maltrataba al resto para conseguir satisfacer sus vicios y víctima porque vivir en las calles te expone agresividad de los demás.


Sin embargo, cansada de esa vida, rompió las cadenas y supo pedir ayuda, comprendió que nunca es tarde para empezar de nuevo. El conocer la palabra de Dios, le ayudó a establecer una relación con él y luego con ella misma; momentos que marcaron el inicio de una nueva vida, salir de ese mundo oscuro en que estaba, romper los lazos del vicio y dejar de ser una persona violentada.


Tras un proceso de cura, de mucho cambio interno, cambio del pensamiento en ver las cosas y especialmente de la manera de reaccionar ante las crisis de la vida, acciones que se le tuvieron que enseñar, hoy es parte de la Iglesia Alcance Victoria de San José y trabaja como Capellana en la cárcel.


”Ahora soy como una mentora para muchas jóvenes adultas que batallan con relaciones no saludables, porque tienen una idea equivocada de lo que es el amor. Algunas sienten que si no las celán no las quieren”, reflexiona.


ENSEÑAR A OTROS
Reconoce que existen muchos tipos de violencia, por eso se hace necesario que las personas se den el tiempo para conversar, ayudar, apoyar y escuchar a jovencitas, jóvenes adultas y a mujeres, porque salir de un estado de violencia doméstica no es tan fácil.


“Siempre nos dicen déjalo o salte de la relación, para mí es importante que se converse y se escuche a esas mujeres que sufren violencia para romper esos ciclos de abusos. Lo importante es empezar por buscar ayuda, porque desde mi propia experiencia puedo decir que si hay esperanza y posibilidades de cambio”, explica la líder comunitaria.


Lidia Jiménez, respecto a su trabajo en la cárcel nos cuenta que se dedica al cuidado espiritual de los presos, tanto hombres como mujeres, porque existen muchos que no son responsables de los hechos de violencia, sino que fueron víctimas, sin embargo han quedado detenidos.


“Yo me encontré en la cárcel con una jovencita de 20 años que no hablaba ni una palabra de inglés, tenía apenas 5 meses en el país. Ella lloraba desesperada porque en su hogar estaba siendo acosada, sin embargo ella quedó detenida por la policía como si fuera la agresora, sin entender hasta ahora lo complicado de la justicia”, cuenta.


Es por eso que la líder comunitaria recomienda, que aprendamos a tomar decisiones para no vernos envueltos en asuntos legales, para no tener la ley encima. Gracias a la relación que ha conseguido entablar con Dios tiene fortaleza y mucho éxito en diferentes áreas de su vida y no le ha afectado el pasado porque decidió hacer algo diferente y avanzar con su vida.
“Con el tiempo he entendido que las personas necesitan escuchar que hay esperanzas y maneras de salir adelante, pero se debe empezar por perdonarse uno mismo, si puedes aceptar los errores del pasado y buscar la ayuda que necesitas, eso ya es un cambio hacia adelante”, testimonia.


Finalmente Lidia, inspirada en las enseñanzas de la Iglesia Alcance Victoria de San José, invita a todos los miembros de la comunidad a apoyar más, a saber escucharnos más, especialmente a quienes sufren y son víctimas de la violencia doméstica.


“No se trata de imponer nuestra opinión, sino buscar la verdad. Y buscar un apoyo que de las fortalezas necesarias a las personas para dejar de ser una víctima”, dijo.


Este artículo es parte del proyecto periodístico sobre la Violencia Doméstica en la comunidad latina y cuenta con el apoyo y generosidad de Blue Shield of California Foundation.