La palabra grafiti deriva del término graphein, que significa dibujar, escribir o rayar. También se traduce como “garabato” o “inscripción” (“graffito” en singular y “graffiti” en plural). Durante el siglo XX, nació el street art—arte callejero—, lo que dio origen para denominar como grafiti a las figuras inscritas en paredes exteriores de edificios con supuestos fines artísticos, realizadas con pintura en aerosoles.
¿Cuál es la historia del grafiti?
Desde sus inicios, el hombre dibujaba en las paredes de las cuevas donde se refugiaba, con el fin de mostrar sus actividades de caza. Hay un ejemplo en el estado de Baja California Sur, México, donde existen pinturas con una antigüedad de 1,500 años.
Este rasgo de comunicación ha perdurado por todo el mundo y se pasa de generación en generación. En la década de 1960, jóvenes empezaron a manifestarse a través de este arte callejero en países como Estados Unidos, Francia e Inglaterra, por mencionar algunos. El fenómeno social se propagó por más países, ya que significaba un acto de libertad y rebeldía contra los sistemas de gobierno.
El grafiti en México
En México, la historia no fue tan diferente; se tiene registrado que los primeros grafitis se dieron en las ciudades fronterizas entre México y Estados Unidos, en la ciudad de Tijuana en la década de 1970. En esta época comenzaban a formarse las primeras pandillas de jóvenes, quienes son el referente del grafiti en México. Se consolidaron en la década de 1980.
“Me dedico al grafiti desde los 16 años; empecé rayando mis libretas, haciendo diferentes diseños, luego mis amigos querían que les hiciera algún tipo de diseño en sus libretas. De ahí pasé a grafitear mi cuarto a mi gusto con diseños especiales. Con el paso del tiempo, unos amigos me invitaron para hacer un diseño en una pared de un vecino que les dio permiso y de ahí han pasado ya 10 años. Nunca he denigrado mis diseños haciéndolos en paredes sin pedir permiso, ya que esto resta valor a mi obra”, dijo Luis Mario Duran Álvarez, grafitero profesional y muralista.
Al principio, se tenía una mala fama de los jóvenes que se dedicaban al grafiti, debido a que solo se hacía con el fin de dañar paredes y con mensajes obscenos sin un fondo ni arte. Conforme pasó el tiempo, los jóvenes desarrollaron técnicas innatas, al grado que los diseños que pintaban tenían un fondo artístico. Se reproducían dibujos comparados con los murales de Clemente Orozco o Diego Rivera.
“Muchas veces hago murales dependiendo mi estado de ánimo o quien me contrate para hacer un diseño en su negocio; me han contratado para hacer diseños en restaurantes, negocios y hasta en clínicas médicas, pero me siento muy libre cuando hago un diseño en una pared que me prestan. Me siento súper relajado y libre a la vez; la satisfacción es total cuando ya lo veo terminado y la gente se toma fotos en él”, dijo Duran Álvarez.
Gracias a que se ha quitado el estigma callejero, muchos grafiteros prefieren pedir autorización a las autoridades para hacer sus diseños en lugares públicos, o pedir permiso a los dueños de paredes particulares para poder hacer su arte urbano.
El grafiti callejero evoluciona al arte urbano
Ahora con grandes diseños y murales, los mismos creadores identifican sus obras con “tags o firmas”, con el fin de que sean reconocidos y así ganarse el respeto dentro del propio gremio de artistas urbanos. Existen diferentes tipos de grafiti; están los “throw up, o vomitados”, los cuales tratan de llenar una superficie completa con rapidez, con la técnica de pintar con aerosol y rellenar todo con una sola tinta y casi en un solo movimiento. Los “wilds, o salvajes”, al igual que las expresiones anteriores, se convirtieron en las formas más comunes de manifestarse. Los wilds utilizan varios colores, para crear letras o figuras.
Muchas veces en el diseño se plasman dibujos en 3D, además de colores llamativos y sombras, para darle un toque más realista al grafiti. También muchas veces se dibujan personajes de la literatura, televisión o cine.
Otro tipo de grafiti urbano es el stencil art o stencil graffiti. En este se usan plantillas y solo se aplica la pintura en aerosol con el propósito de reproducir el mismo diseño, muchas veces relacionado con críticas sociopolíticas y con algunos rasgos misteriosos o intrigantes. Se desarrolla gracias a los estilos libres del grafiti en Nueva York en la década de 1970 y se encuentra en lugares de difícil acceso.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)
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