En la cola por alimentos

Por Ruth E. Hernández

Francisco Javier trabajó como obrero de la construcción hasta que el coronavirus llegó a Nueva York. Sin empleo ahora y con tres hijos pequeños, es uno entre las decenas de neoyorquinos, en su mayoría latinos, que se benefician de una iniciativa que reúne a una red de médicos hispanos, la fundación del cantante Marc Anthony y la cocina del chef español José Andrés, para apoyar a las comunidades más afectadas por la pandemia.
La distribución de alimentos comienza al mediodía desde un restaurante ubicado en la comunidad de Inwood, en el Alto Manhattan, con gran población dominicana, pero al menos media hora antes la fila comienza a formarse y sigue creciendo y creciendo hasta que se pierde de vista.
Mientras, una persona va deteniéndose ante cada uno de los que están en la cola, extiende su mano y le entrega una mascarilla que de inmediato usan.
NO IMPORTAN LOS PAPELES
Aquí no se hacen preguntas y el estatus legal no importa y, aunque tal vez la mayoría de los beneficiados no se conozcan, comparten la incertidumbre de cómo sobrevivirán sin trabajo, cómo alimentar sus familias, cómo pagarán su alquiler, cuándo culminará la pesadilla, o sobre todo qué pasará luego, cuando la ciudad comience a retornar a su normalidad.
“No tenemos ninguna entrada (de dinero) y tenemos que coger lo que nos dan”, dice Francisco Javier al referirse a los que, como él, acuden diariamente al restaurante, convertido en centro de distribución de alimentos ya listos para su consumo.
Provienen de la World Central Kitchen, la ONG sin ánimo de lucro fundada por el famoso chef José Andrés, que ha alimentado a miles de personas en varios países afectados por catástrofes naturales y que ahora apoya a neoyorquinos impactados por la nueva pandemia como parte de una iniciativa de SOMOS Community Care, la mayor red de cuidados de salud del país en manos de médicos, en su mayoría latinos.
Francisco Javier, dominicano, trabajó durante más de 15 años como obrero independiente de la construcción pero perdió el empleo con el que mantenía a sus tres hijos de 9, 6 y 4 años de edad que viven con él, y cubría los gastos del hogar.
Si la situación continúa, dice, “nos tendremos que comer unos a otros porque esto se está poniendo feo y se va a poner peor”, y aunque es un comentario para dramatizar la situación que enfrentan, la visión incierta sobre el futuro parece ser compartida por quienes le rodeaban.
“Todo se está yendo abajo. No hay trabajo por ningún lado y la gente ya no quiere arreglar nada (en sus hogares) porque no hay entrada (de dinero)”, afirma además luego de recibir, como cada día tras perder su empleo, una bolsa con varias raciones de alimentos, lo que le permite poner comida en la mesa para sus hijos.
“Esto ayuda un poco porque uno va a un sitio y a otro sitio y aunque sea consigue alguna comida para los niños, y es buena” e incluye desde sándwich, arroz, vegetales o lasaña, entre otros alimentos, señala Javier, que no es el único que recorre varios centros de alimentos que se han establecido a través de la ciudad en medio de la pandemia para ayudar a los más necesitados.
COMIDA DIARIA
Margarita Falcón, puertorriqueña de 52 años, vive también en Inwood con su esposo y dos nietos de 14 y 13 años, y acude diariamente desde que comenzó la iniciativa, a principios de abril.
“Dan comida de lunes a sábado y este día te dan para el domingo”, afirma Falcón, que no trabaja por razones de salud y agrega que no recibe ningún tipo de ayuda para ella y que aunque había comenzado los trámites, se vieron interrumpidos por la pandemia.
Explica que aunque su esposo, que tampoco puede trabajar, recibe un ingreso y cupones de alimentos, así como los niños, “eso no es suficiente”, por lo que acude a varios centros de reparto de comida.
“Los nenes están en la casa, tienen que comer todos los días. Esto me ayuda muchísimo y la comida es riquísima”, dice tras afirmar que con la pandemia “me tengo que pasar buscando para poder vivir. Esto ayuda bastante cuando hay hambre”.
PROFESORES EN LA COLA DEL HAMBRE
Entre el nutrido grupo de los que hacían cola estuvo una maestra de un jardín de párvulos privado que asistió por primera vez, luego de que una amiga le informara de la iniciativa y que prefirió no identificarse.
“Estoy en la casa, sin ingresos, sin ayuda, así que lo que estén proveyendo ayuda bastante”, dijo la mujer de 49 años, que vive sola y que por ahora depende de sus ahorros “hasta que alcancen” y de este centro, al que dijo que volverá.
En este centro se están distribuyendo entre 2,500 y 3,000 comidas diarias y tienen previsto abrir otros dos en el Alto Manhattan, dice el doctor Ramón Tallaj, internista dominicano que fundó y dirige la red SOMOS compuesta en su mayoría por médico latinos, que están en primera línea en la lucha contra la pandemia.
De acuerdo con Tallaj también han respondido al llamado del gobernador Andrew Cuomo y han establecido centros gratis de pruebas del COVID-19 en las comunidades de minorías. En los inicios de la pandemia también se desplazaron hasta la Bolsa de Valores.
Recordó que SOMOS, que nació tras ponerse en macha el llamado Obama Care y atiende a cerca de un millón de pacientes de Medicaid, de bajos recursos económicos, en su mayoría latinos, han distribuido panfletos sobre las prueba del virus, ofrecido talleres educativos y creado un centro de llamadas para atender preocupaciones de las comunidades a las que atienden.